ANISEDAD

ANISEDAD
¿Qué es?
La ansiedad, según la OMS, afecta a 1,9 millones de personas en España, el 4,1% de la población.
<<Tengo ansiedad, me ha dado la ansiedad, sufro de ansiedad, padezco mucha ansiedad, vivo con ansiedad, no puedo parar de sentir ansiedad, la ansiedad no me deja hacer esto, por culpa de la ansiedad no vivo, me ha salido ansiedad>>.
Qué decís, ¿os suenan algunas de estas expresiones? ¿Las oís a menudo? ¿Te reconoces diciéndolas?. Yo las escucho en consulta a diario. El objetivo de éste artículo, único: ofrecer una mirada distinta hacia lo que todos conocemos por ansiedad.
Veréis, de algún modo que recae sobre una base histórica muy médica y occidental, parece que la ansiedad aparece como un objeto grande y pesado encima de las personas y las aplasta. Las aplasta, sí, y una vez aplastadas, las personas no tienen margen de acción, ni de maniobra, y parece que no les quede más opción que vivir con la enorme e incómoda carga de esa ansiedad para siempre, o mientras dure.
Su presencia genera sensaciones fisiológicas y corporales que son y pueden llegar a ser muy desagradables y limitantes. Lo que la mayoría de vosotros no sabéis es todas esas sensaciones a las que le hemos dado el nombre de ansiedad no son más que mecanismos propios de nuestro cuerpo que se activan – de manera descontrolada- en aquellas situaciones que por una u otra razón, desencadenan la angustia.
Para entender mejor que ocurre en nuestro cuerpo ante dicha experiencia, vamos a ver a continuación los mecanismos o reacciones más comunes, y una breve explicación de cómo estos se activan y porqué:
Sensación de nerviosismo e inquietud: Se debe a que el cuerpo que en situaciones de peligro – cuando uno siente ansiedad siente que está en peligro- libera adrenalina y noradrenalina, dos hormonas cuyos efectos perduran hasta una hora después de liberadas.
Taquicardia: Ante dicha percepción de peligro, el cuerpo aumenta la frecuencia y la fuerza de los latidos del corazón para poder atacar o huir de la situación que lo provoca.
Mareo: La tensión de los músculos -principalmente cervicales- disminuye el aporte de sangre a la cabeza, y por eso podemos sentir mareo.
Falta de aire: El cuerpo respira más cantidad de aire y más deprisa, al tener más oxigeno en sangre hace qué notes muchas de las sensaciones internas que estamos explicando que se manifiesta como la falta de aire -aunque en realidad hay un exceso de oxígeno, conocido como hiperventilación y que causa muchos otros síntomas como visión borrosa, sensación de irrealidad, sensación de atragantamiento, etc.-.
Opresión en el pecho: al tener más oxigeno del necesario, se genera tensión en los músculos que rodean la parte de los pulmones, y lo percibimos como opresión en la zona.
Sudoración, calor, sofocos y escalofríos: Con la tensión y todos los mecanismos que se activan, aumenta la temperatura en las zonas corporales más vitales.
Cansancio y agotamiento: debido a la tensión mantenida y a la energía que el cuerpo gasta en un episodio ansioso por la activación simultánea y mantenimiento de tantos mecanismos corporales.
Hormigueo en brazos y piernas: al igual que hay un extra de oxigeno, el cuerpo también envía más sangre a determinados lugares del cuerpo cómo mecanismo de supervivencia, para ser menos propenso a desangrarse en caso de ser herido. De ahí la sensación de hormigueo.
Visto lo que ocurre en nuestro cuerpo cuando experimentamos aquello que etiquetamos de ansiedad, ahora me gustaría compartir que es en realidad la ansiedad y que la genera y/o mantiene.
La ansiedad es una emoción que TODO el mundo experimenta ante una situación de incertidumbre y amenaza. Prepara a la persona para escenarios que pueden tener un resultado negativo, donde la vida pueda estar comprometida o haya un peligro que requiera una respuesta de alerta. Sería algo así como “un mecanismo adaptativo a situaciones comprometidas”, lo que llamamos ansiedad adaptativa. Pero como bien sabéis, esta respuesta emocional a veces se da incluso cuando no hay peligro observable, ante estímulos o situaciones que no son proporcionales a la respuesta ansiosa, con ausencia de estímulos y/o de manera repetida, constante e incontrolada.
Cuando esto ocurre es cuando sentimos que tenemos una dificultad, que no podemos controlar y no sabemos “como parar”. Entramos en un circulo vicioso en el que pensamientos, emociones, sensaciones corporales y acciones se retroalimentan, y es entonces cuando sentimos como el objeto enorme del que hablábamos al principio nos aplasta y no nos deja maniobrar. La ansiedad paraliza a las personas y en muchas ocasiones, sus vidas y relaciones quedan también congeladas.
Pero ¿y si os dijera que la ansiedad no es algo que aparece sin más? No es algo que aparece un dia para quedarse, sino que es fruto de un proceso largo y complejo en el que no nos hemos dado cuenta que estábamos o nos percibíamos en peligro pero nuestro cuerpo ha ido por libre reaccionando y acumulando estrés, tensión, reacciones fisiológicas encadenadas, y que para cuando hemos prestado atención el conjunto de síntomas físicos es tan fuerte, nuestros pensamientos están tan automatizados y nuestras emociones tan silenciadas que nos es imposible identificar y entender que os pasa.
Sería algo así como un iceberg. En ella hay una parte que emerge a la superficie del mar y que se puede observar a simple vista, que a quién la padece les es muy fácil de describir y de identificar in situ, el síntoma. Pero la otra parte que queda sumergida es tremendamente compleja. Es aquella que contiene todo aquello que ha ido ocurriendo de manera que no hemos sido conscientes, y es aquello que realmente genera y mantiene toda la parte visible del iceberg.
Pero aún hay más, ¿y si os dijera que aquello que podemos ver es solo la novena parte del iceberg? ¡Solo la novena parte! Cuando toda la energía que las personas que la sufren va destinada a esa parte visible, y en realidad la mayor información ¡es invisible a su mirada! ¡Exacto! Nos equivocamos en donde ponemos el foco de atención.
Además muchos teorías y profesionales no ayudan a cambiar la mirada, pues la mediación puede ayudar en algunos casos muy específicos a romper ciertas reacciones fisiológicas, pero jamás ayudará a ver la parte que queda debajo del agua. Los estudios así lo avalan: ¡no hay resultados concluyente para la medicación sin psicoterapia!
Y no es que quiera abogar por mi profesión no, es que la experiencia y los estudios así lo demuestran: la psicoterapia produce cambios significativos y permite la desaparición del síntoma ansioso porque permite un acompañamiento profesional a la hora de bucear debajo del mar, adentrándose en las profundidades de la persona y mostrar lo invisible para reconocerlo, abrazarlo, integrarlo y comprenderlo como propio.
En otro artículo os explicaré, como además de lo anterior, la aparición el síntoma tiene una función especifica muy útil en la persona y a descubrir en los procesos terapéuticos.
Si quieres saber más : Psicoterapia Individual.