¿CUÁNDO PEDIR AYUDA?

¿CUÁNDO PEDIR AYUDA?
Indicadores y síntomas
¿Cuándo debo pedir ayuda? ¿Cómo sé si lo que me pase es motivo para ir al psicólogo? ¿Es normal sentirme así? ¿Qué hago si no estoy seguro de lo que tengo? ¿Debería intentar salir de esto por mi cuenta o mejor busco ayuda? ¿Qué hará un profesional que no pueda hacer yo?
Todos estos interrogantes son los que muchos de vosotros habéis compartido conmigo en la primera sesión o bien en una primera toma de contacto. En el momento en que os pregunto por los motivos de venir o por cómo habéis llegado a tomar la decisión de contactarme estos son los pensamientos recurrentes que la mayoría de vosotros expresa.
Y es que sí, tenéis toda la razón, saber cuándo pedir ayuda no es nada fácil y desde el momento en que se intuye o se empieza a sentir que un@ necesita acompañamiento profesional pueden transcurrir semanas e incluso meses.
Hay personas que aún dando el paso de buscar y rebuscar quién puede ser el/la “elegid@” de su zona o bien de su especialidad, piden cita y momentos antes la cancelan. ¡Lógico! el pánico a lo desconocido y el temor al cambio ¡son de vértigo!. Así que incluso una vez os habéis decidido a muchos aún os queda superar la desconfianza y la incertidumbre de exponerse a un proceso terapéutico. TODO esta bien. Si ese temor os puede, cuando sea el momento no habrá marcha atrás. Hay que estar preparado para exponerse y confiar.
En ocasiones ocurre que algunas personas no han aprendido a escucharse ni a darse (y pedirse) aquello que necesitan. También hay quién se ha acostumbrado a hacer solo aquello que los demás le dicen que haga o quién no tiene su sentido común muy desarrollado. En estos casos se duda desorbitadamente sobre la cuestión. Es por ello que decidí escribir este artículo.
El objetivo es recoger y describir aquellas situaciones que podáis identificar en vosotros, que os sirvan para contrastar y entender mejor si son o no situaciones, emociones o experiencias vitales susceptibles de terapia.
Así que si estáis pasando un mal momento, lleváis tiempo sintiéndoos mal con vosotros mimos, incómodos o a disgusto con los demás, si sois de los que deambuláis entre el “puedo sol@“ y el “necesito ayuda” ¡espero que os sirva!
¿Qué indicadores puedo utilizar para saber si necesito ayuda?
- Cuando hablar con amigos, familia y otros allegados ya no sirve: cuándo dada tu situación o malestar tengas la suerte de contar con apoyos familiares o relacionales pero pese a ello ves que sigues estancado y anclado en el dolor o en los mismos pensamientos una y otra vez, es un buen momento para pedir ayuda. La psicoterapia no es como hablar con allegados, es crear una relación terapéutica dónde con formación, técnicas y recursos se acompaña al otro. Es algo que solo un profesional puede ofrecer.
- Cuando no hay con quién hablar: lamentablemente hay personas que no cuentan con apoyos sociales, relacionales o familia que pueda ofrecerles un espacio dónde compartir su malestar, preocupaciones o situación vital. Si ese es tu caso un profesional puede acompañarte y ayudarte en tu camino. Admás si estas en una situación de aislamiento tu terapeuta puede ayudarte a crear nuevas redes relacionales y dotarte de habilidades sociales y comunicativas para ampliar tus relaciones sociales y afectivas y sentirte mejor.
- Cuando el dolor, estrés, o malestar te limita: cuando el dolor, el estrés o un malestar te limite o bien cuando cualquiera de ellos interfiera en otras áreas de tu vida (p.ej: el estrés laboral genere muchas dificultades y discusiones en la pareja) es un buen momento para pedir ayuda. En todo malestar que te limite en algún aspecto de tu vida, la psicoterapia puede ayudarte.
- Si tu cuerpo habla mostrando síntomas como irritabilidad, ansiedad, cansancio excesivo, tensión muscular, dolores intestinales, hipertensión, cefaleas, migrañas, etc. que además se intensifiquen ante determinadas situaciones o contextos, una buena manera de escuchar lo que tu cuerpo expresa es acudir a terapia.
- Toda situación vital estresante o cualquier cambio en el ciclo vital de la persona es susceptible y puede beneficiase de una proceso terapéutico. Algunos ejemplos son: el duelo por la pérdida de seres queridos, de trabajos importantes, de bienes materiales o cambios de estatus social. La separación o divorcio. Adolescencia. La infertilidad en la pareja, el nido vacío done los hijos dejan el hogar y la pareja vuelve a reencontrarse tras mucho tiempo dedicados a la crianza. La jubilación que implica un cambio muy importante en la persona. Enfermedades importantes que suponen un cambio de vida, la invalidez de cualquier grado, tratamientos limitantes o enfrentar la posibilidad de la propia muerte.
- Cambios relacionales importantes que duelen y perduran en el tiempo sin percibir diferencias en la intensidad del dolor o de los pensamientos recurrentes que acompañan tras la ruptura con la pareja o enfados con miembros de nuestra familia (p.ej: padres, hermanos, primos que no se hablan).
- Cuando hay un consumo de substancias ya sean drogas ilegales, fármacos para conciliar el sueño, tabaco, alcohol,etc. El consumo de substancias de manera dependiente genera un gran sufrimiento en la persona adicta y en su entorno. Si es tu caso será mucho más fácil y efectivo si buscas ayuda profesional para resolverlo.
- Parejas con problemas de comunicación o conflictos constantes que no consiguen resolver por su cuenta. Tras varios intentos de solución los conflictos se estancan o bien aumentan. Hay infidelidades no resueltas, objetivos vitales divergentes o el proyecto de pareja se ha debilitado pero se quiere mantener la relación. Es el momento de buscar ayuda profesional.
- Sensación de vacío existencial, tristeza profunda o dificultades para sentir ilusión por las cosas, la vida y el día a día. Cuando cuesta encontrar aliento en lo que hacemos y sentimos que hemos perdido el rumbo.
- Cuando padecemos de insomnio, sentimos miedo intenso o estrés de manera no temporal y desconocemos los motivos. Por ejemplo, estos se dan y no identificamos ninguna situación vital estresantes o razones evidentes para ello. Ante tal situación los psicoterapeutas lo vemos como la parte visible de un iceberg y en un proceso terapéutico analizamos e identificamos aquello no visible. Ello permite la toma conciencia y se trabaja produciendo el cambio: el síntoma desaparece.
- Baja autoestima o inseguridad que interfiere en tus relaciones afectivas, personales o incluso laborales, no permitiendo que estas funcionen o sean satisfactorias.
Por último, la psicoterapia es de gran ayuda cuando hay dificultades recurrentes en la toma de decisiones, cuándo uno siente el deseo de iniciar un proceso o bien para aquel que quiere profundizar en su autoconocimiento e invertir en su crecimiento personal.